Cambio de aspiraciones

Cuando comienzas algo, como un proyecto empresarial, un libro o una relación amorosa, es imposible predecir lo que va a suceder, lo cual, inevitablemente nos hace replantearnos ciertas aspiraciones o, en los casos mas extremos, cambiamos radicalmente de rumbo.

Cuando yo, desesperado por encontrar un consuelo leí las escrituras sagradas, pensé que ahí encontraría las herramientas necesarias para, primero, dejar de sentirme miserable, después, para poder lograr todo lo que siempre había anhelado, ¿y por qué no? es decir, ¿cuantos testimonios hay de personas que al tener un encuentro con Dios, lograron un éxito notable después de años de vagar sin rumbo? Son muchos.

En lo personal, ¿cuántas veces le pedí a Dios que me diera lo necesario para obtener dinero, con la escusa de que ayudaría a los míos? Ciertamente, fueron varias.

Gracias a mis andadas de allá para acá, en veces bien en veces mal, inevitablemente fui ampliando mi visión del mundo, y con certeza les digo que, no necesito ir a China para saber que la raíz de la infelicidad es la misma que acá, en occidente. Un hombre o mujer en Japón, en Italia, o en Estados Unidos, con la intención de ayudar a los que más ama, podría hacerse de todas esas cosas que siempre aspiró y, aun así, fracasar en su intento de ser genuinamente feliz junto a los suyos.

En un pasado, cuando el mundo no sufría la incertidumbre actual, ciertamente, la estabilidad económica familiar podía cumplír su promesa de felicidad, la pregunta es ¿por qué ahora no?.

Hay muchas razones por las cuales podemos ser infelices, pero si tuviera que señalar una de las mayores sería: la incapacidad de alcanzar nuestro máximo potencial individual o la incapacidad de ayudar a los que amamos en su búsqueda por alcanzar ese potencial, y en las peores situaciones, la ignorancia de que se posee ese potencial.

Es por eso que nos refugiamos en comportamientos destructivos cuando sabemos que podemos lograr algo significativo pero no sabemos como, es por eso mismo que nos ponemos tristes cuando miramos a nuestros seres amados perder el tiempo con los amigos, o el novio (a), o peor aún, en el auto sabotaje.

Más allá de un potencial que puede hacerte ganar un premio novel, un campeonato de ajedrez o una carrera universitaria, hablo de un potencial universal humano, una fuerza que va más allá de las aspiraciones personales o de las expectativas de quienes nos alientan, una voluntad capaz de romper con lo establecido, de arreglar lo aparentemente irreparable, de unir lo que con mucho esfuerzo, unos se ensañaron en separar.

Un objetivo de vida que dispersa toda incertidumbre, y en su lugar te da una sensación de victoria desde el comienzo. Los estragos de alcanzar metas que no son afines a esa fuerza interior, se hacen evidentes en la desdicha de aquellos que lograron todos sus objetivos y pese a ello, no logran vivir plenamente. Se podría decir que, alcanzaron un "máximo pontencial a medias".

Hay algunas preguntas que pueden desprenderse sobre lo anteriormente dicho: ¿Quien o que arruina nuestro potencial? ¿por qué yacemos en esa conformidad espiritual? ¿cual es esa barrera invisible que impide a nuestros semejantes alcanzar la máxima aspiración humana?

Hay algo que algunos ya empiezan a vislumbrar: no hay ''dados cósmicos'' que determinan lo que nos ocurre o lo que no, no es una fuerza impalpable a la que no puedes hacerle frente, es nuestra sociedad en perpetuo desacuerdo desde el principio de todo, somos todos contra todos, una pelea en la que entramos sin ser anunciados. No dijiste con tu boca le entro a la campal, simplemente querías hacer algo y alguien creyó que no lo merecías o, sin esperarlo, te llegó algo que no esperabas, dinero, hijos, pareja sentimental, pero alguien creyó que era mucho para ti, solo por mencionar algunos ejemplo.

Vemos a diario los estragos de aquellas personas que son víctimas de ataques maliciosos, en los trabajos, en los vecindarios, en la familia, y decimos: Por algo Dios hace las cosas. No es así, hay que recordar que él solo interviene cuando se lo pides con el corazón y aceptando tu culpa, y si, existe la posibilidad de que te quite algo que amas, pero todo aquello que ocurre antes de buscarlo, no es cosa de él.

En conclusión, la razón por la que ya no aspiro a lo que antes, no es por miedo al fracaso o un resentimiento contra el mundo, simplemente se me hizo ver que, por la situación actual de las cosas, la forma en la que yo quería enmendar mis errores no era la correcta, y que por el contrario, me llevaría por un camino de mas confusión e incertidumbre, y que todo aquello que yo creía que hacía por mí, se convirtió en algo más.

Algunos piensan que anunciar mis pecados arruinará mi vida, pero la cuestión es, que esto no se trata de mí, ni de la vergüenza que pudiera causar a los que están conmigo, tampoco se trata de ustedes si es que deciden hacer lo mismo, hay un objetivo mayor que va más allá de esa imagen que creemos tener ante la sociedad, o de aquellas aspiraciones que tenemos para el futuro. Sepan que, esa imagen que creemos tener ante la gente es una ilusión, pues lo tiempos en lo que todo saldría a la luz, son estos ya. Esta pelea ya está llegando a su fin, una vez que los misterios dejen de serlo, no hay sentido alguno en seguir.


Gracias a Dios por permitirme compartir y gracias a ustedes por leer. Saludos amigos.

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